A pesar de la soledad
constante estaré
en mis fríos brazos
tu alma abrazare
como fuego infinito
que no se consume,
como las dos auras
que hoy nos unen
A pesar de las lluvias
y esgrimas apegados
a pesar de los faroles
y los vientos apagados
A pesar de la distancia
y de que gire el mundo
a pesar del despertar
y de mi dormir profundo
Aunque sea sin rosas
a tu tierra buscaré
y a pesar del tiempo
yo siempre te amare
... y la verdad no se si toda la promesa creer.
jejeje..hermoso...
ResponderEliminarlo mismo canta serrano...
ya luego del lunes te la pongo..ni tanto tiempo q tuvieser lo sabes...
jeje si lo se amiga mía a estudiar y estudiar y estudiar... Gracias por tus comentarios.
ResponderEliminarA pesar de los faroles. Eso es ser incondicional. Me encantó, un abrazo.
ResponderEliminarhey gracias por pasar pro aqui, se supone que debe de ser así, "incondicional", pero algunas promesas se rompen, muchos abrazos y luces de estrellas vale!
ResponderEliminarEl poeta es el sacerdote de lo invisible y su poesía procura sostener en la palabra la inasible presencia de lo incógnito, en ti, Lucero, hay alma de poeta, déjate crecer y si llega la nieve a la luna llena, todo será uno, no habrá horizonte y un lucero mexicano encenderá la llama de nuevo y nos dará luz de vida.
ResponderEliminarCon mis mejores deseos, se libre.
esperemos seguir creciendo y no quedarnos en el abismo, que libre en de mis pensamientos soy. saludos!! gracias por el comentario
ResponderEliminarletra lyrics acordes vídeo audio single extra
ResponderEliminarDisco: Naves ardiendo más allá de Orión
Estreno: marzo de 2005
Letra: Ismael Serrano
Música: Ismael Serrano
JOVENES Y HERMOSOS..TE HABIA PROMETIDO LA CANCION A LA QUE ME SONABA ESTA LETRA HEME AQUI
La lluvia suspendida en los neones
araña mis pulmones y el barniz
rojo metalizado del coche que te ve salir
del metro de Callao, envuelta en una nube
de cenizas y Tresor,
cansada como el humo de mi boca,
como el día en que dijiste adiós.
Rubia, ¿qué haces aquí?
Esto está lejos de tu barrio.
Y el dulce bisturí
de la memoria, el viejo tacto
de tu mejilla, me cortó.
Tómate algo conmigo
antes de que ardan las aceras,
de que la primavera acabe y cuéntame
que hiciste en este tiempo,
dime que estás bien.
Entremos aquí mismo, ¿te casaste?
No me digas...
Jefe, un par de cañas.
Confiesa que me buscaste
entre los escombros,
en las ruinas del alma.
Dime que aún recuerdas
el asiento de atrás del coche,
los mirones del parque,
césped en mis pantalones
y la certeza de sentir.
Mirabas siempre al sur,
joven y hermosa.
Decías que tras la autopista
me esperabas para huir.
Mirábamos al sur, no fui tan lejos
por no encontrar al otro lado
las certezas que perdí.
Y esta claridad.
Yo sigo con mi lucha y mis canciones
y para morir joven ya soy viejo
-nunca fue mi afán-.
Que la vida iba en serio
ya te avisó un poeta,
y como a mi, hiciste bien,
tampoco lo escuchaste.
Por eso te seguí hasta el precipicio,
y acaricié las luces de tu estambre.
Me dejaste la guerra,
y los manojos de ortigas.
Te fuiste con mi aliento,
con mis discos de Sabina
y la llave del porvenir.
La herrumbre de los años te respeta.
Otra cerveza. ¿Cómo que te vas?
Con las prisa de siempre, rubia.
Sigues igual.
Bueno, tienes razón,
algo hemos cambiado.
Nos agotó el reloj.
Tú te cambiaste de tinte,
yo cada día miento peor.
Te acompaño hasta el metro.
No, mujer, que no es molestia,
y si te faltan refuerzos:
mi teléfono en tu agenda
y la certeza de sentir.
Mirabas siempre al sur,
joven y hermosa.
Decías que tras la autopista
me esperabas para huir.
Mirábamos al sur, no fui tan lejos
por no encontrar al otro lado
las certezas que perdí.
Y esta claridad.
Y esta claridad...