sábado, 3 de enero de 2009

EnFeRmEdAd dE laS MaRipOsAs...



Fue extraño el comienzo de todo, se pensó que era una enfermedad rara, incurable y que hace desfallecer hasta al más cuerdo, incluso se llego a pensar que la enfermedad era mortal en cuanto aparecieron cuerpos con llagas en las muñecas o asesinados desde los balcones, pero no se encontraba al autor de los homicidios, haya sido enfermedad o persona habían desaparecido, no así sus consecuencias mortíferas.

El día en que Lucrecia recibió la primera carta pensó que era una burla, ella no era bonita, ni agraciada y mucho menos tenía el don de la risa o la palabra. Pero las cartas continuaron llegando y con ellas las mariposas que le consumieron todo el cuerpo y al no encontrar espacio dentro de ella empezaron a salir, rodearon su cabello, su ropa y anidaron en su cuarto, de tal manera crecieron que Lucrecia no pudo entrar más a dormir en el por miedo a pisarlas.

Respondía las cartas con la mejor caligrafía, se preocupaba hasta del mas mínimo desperfecto de la tinta, por un pequeño error la desbarataba y empezaba de nuevo, pero nunca tardaba más de un día en la laboriosa realización, ya que el cartero que pasaba diario a su puerta dejaba una carta y ella mandaba otra.

Rara vez salió de casa cuando su madre vivía, pero desde el velorio su vida se había convertido en un encierro, solo salía a misa los domingos y dedicaba cada uno de sus días al bordado de servilletas, sabanas nupciales, almohadas o colchas que entregaba cada semana a su vecina Martha, ella las vendía en su tiendita y le traía todo lo que necesitaba Lucrecia para vivir, comida, jabón, libros y ropa. Así las necesidades de comunicarse con el mundo de afuera quedaron truncadas.

Lucrecia se levantaba a las ocho de la mañana, preparaba café, huevos y un poco de leche, luego limpiaba la casa, iba al cuarto de sabanas donde comenzaba con la costura, volvía a la cocina para preparar su comida y de nuevo al cuarto de sabanas a continuar su labor, para después cenar y a dormir a las nueve de la noche.

Esa era la vida de Lucrecia, hasta que llegaron las cartas y las mariposas la invadieron. Cada día se llevaba la costura a la puerta para esperar al cartero, bordaba las mariposas que había a su alrededor y sus sabanas, almohadas y servilletas nunca que vendieron mejor que esas veces.

Cuando llegaba el cartero, le entregaba una carta y ella enviaba otra. Cerraba la puerta entusiasmada, iba a su escritorio, abría la carta con mucho cuidado, la leía como cien veces, se pellizcaba el brazo para darse cuenta de que no era un sueño y entonces comenzaba la complicada redacción de la respuesta.

Con cada carta las mariposas se iban multiplicando por dos, al principio solo era una, Lucrecia no le tomo importancia, revoloteaba en su estomago, le llego a causar fuertes nauseas y dolores abdominales, pero después con cada llegada del cartero, las mariposas comenzaron a expandirse, se salieron de su estomago y comenzaron a inundar la casa. A cada paso que daba Lucrecia era un revoloteo de Mariposas y temiendo que se fueran a perder o a escapar, dejo de ir a misa los domingos, cerró todas las ventanas y solo abría la puerta al cartero o la vecina Martha.

Pero después de meses de correspondencia epistolar, Lucrecia dejo de recibir cartas, al principio pensó que era normal, las personas de afuera tienen tantas ocupaciones que no tienen tiempo de ver la correspondencia. Espero pacientemente, paso una semana, dos y un mes, preocupada por lo que hubiera pasado, llamo al cartero y envió cartas a la antigua dirección. Una semana después apareció de nuevo el cartero tocando su puerta. Lucrecia pensó que era la respuesta de todas sus plegarias, pero solo se llevo una fuerte desilusión cuando le devolvieron las cartas que ella había enviado, El cartero le dijo que no enviara más a esa casa, porque ahí, no vivía nadie.

Lucrecia sintió su corazón roto y sin darse cuenta apachurro a una mariposa con su pie. Lloro durante el resto del día y en la noche conoció a los insomnios que le repetían lo tonta que era. Cuando se baño les aventó agua a dos mariposas sin querer, así como se multiplicaban al principio comenzaron a desaparecer y se se fue llenando la casa con polillas oscuras.

Solo las mariposas del cuarto de Lucrecia se negaban a desaparecer, Lucrecia cansada, abrió la ventana, al principio solo sintieron la brisa del aire en sus alas, pero conforme pasaban los días una a una las mariposas se escapaban por la ventana, hasta que no quedo ninguna.

A cada paso que daba solo había polillas oscuras y se dejaban ver en los rincones uno que otro murciélago, en ese tiempo Lucrecia no pudo vender sus costuras, porque al tratar de despejar la casa de tanta alimaña empezó a bordar las polillas, murciélagos y víboras.

Hasta que un mes después, las costuras de Lucrecia se vendieron como pan caliente, Su vecina le conto que era a causa de una extraña enfermedad, la gente decía que todo comenzó en la plaza cuando la hija del General González vio una mariposa, le dieron nauseas y dolores abdominales, luego las mariposas le crecieron a su alrededor y le llenaron todo el cuarto, pero un día fueron desapareciendo, cuentan que el General las mato una a una a tiros con la escopeta. Su hija estuvo tan mal que compro muchas servilletas y después termino muerta con sangre en las muñecas.

No habría sido la única, por esa misma fecha hombres y mujeres les había llegado la enfermedad con el anuncio de mariposas y terminaron muertos, Los médicos ignoraban la cura y solo prevenían a las personas que se alejaran de las mariposas, pero en cuanto se sentían en el estomago era inevitable, comenzaban a desarrollarse y se multiplicaban como bacterias hasta consumir a la persona y darle un golpe mortal con su desaparición repentina.

Martha le contó que el sacerdote del pueblo pensaba que era cosa del demonio, otros de una bruja que soltó un tornado de mariposas para dañarlos a todos, ya que habían visto salir a muchas mariposas desde una ventana y luego comenzaron las enfermedades. Lucrecia despidió cortésmente a Martha, le dio las sabanas de bordados con alimañas y cerró la puerta.

Ya en su soledad Lucrecia pensó que la enfermedad habia comenzado con su primera mariposa y fue por su culpa que otros se contagiaran, fue su culpa al dejar escapar por la ventana a las mariposas, ahora otras personas se veían rodeados de ellas y después de polillas, sufriendo lo mismo que había sufrido ella.



... y amenazo en continuar la historia ...

2 comentarios:

  1. Hola; que maravillosa historia, es como sentir el color de cada mariposa reposar en la briza deslizante de su habitación, me ah encantado leerte y encontrarte.

    Cariños

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  2. Gracias por tus palabras,es genial que te haya gustado y bienvenida al blog :D.
    Muchos saludos y abrazos.

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efímera nostalgia, apabullante alegría, sollozos crepusculares y positivismo al anochecer... que rara es la naturaleza humana...