martes, 21 de octubre de 2008

aNéCdOtAs dEl díA....eN eSe LiNdO bOsQuE dONdE Me pIeRdO... De lAs hAdAs tEnGo El RecUeRdO... pOr qUe vIvO DoNdE nO eXiStE eL tIeMpO...


Y hoy... es un día en que abundan los recuerdos, se materializan, parece que reviven y están presentes... pero son pasado, soy feliz por que cancelaron mi examen, pero bueno algún día lo tendré que hacer, así que de todos modos estudiando tendré que perecer.

Y el recuerdo más cercano, es este fin de semana, hacia mucho tiempo que no salia de casa, de esta ciudad que te asfixia, de ver como contaminada moría y no solo de humo precisamente, contaminada por sentimientos que es mejor dejar atrás y borrar todos esos pensamientos, y salir al viento, ser libre en ese momento.

Así emprendí mi viaje, en un cochecito rojo con mi familia, cuatro personas, para lo que esta diseñado un auto exactamente y así todos con una actitud cambiante, partimos.

Yo sentada atrás, pegada a la ventana mirando, todas las cosas observando y viendo como dejo atrás la ciudad y mientras más subía más me daba cuenta de la nube gris que la cubría, pero la dejaba y empezaba a ver verde, apareció la niebla, nubes blancas que bajaron del cielo para recibirme que por todos lados se esparcían, con la promesa de que la luz a mi éter darían.

En el camino viendo arboles, salir el sol, verlo brillar con todo su esplendor y con nubes caídas del cielo, mi vida se pinto de color verde, el maíz en su apogeo, la hierba crecida y gente en el campo caminar, eso es o que veo.

Al llegar el frió sentir, ese que te penetra en el cuerpo, pero que te hace feliz y lo recibes porque es diferente, porque esta limpio, por que aire libre es el que siento y esa sensación que te penetra de ver tu vida de verde en todos los arboles, en ese bosque en que lento te pierdes y hace que todo el pasado olvides, para que nada recuerdes y entiendas que ese momento vives.

Llegamos a la casa de campo, como dice mi hermano que se muere de aburrimiento, cada quien sabe como mata su tiempo y el mio esta en la naturaleza, en la música y en las palabras que suben como estas nubes y mi éter. Para mi, es mi castillo, mi fortaleza y no solo de nombre, de verdad lo es, y en ese pedacito de mundo esta expresado mi ser, ese que se que nunca eh de perder.

Despues caminar y con alegría entrar, recibida por un precioso animal que es mi perro, que cada vez que me ve, se pone más contento, que sencillos son eso animales, tranquilos, juguetones y leales, pareciera como si nosotros fuéramos los seres irracionales, eso es cosa curiosa.

Y así el tiempo pasar, ayudarle a mi mama en un pequeño fogón a la antigua a cocinar, es algo que disfruto, pareciera como si en la comida pudiera transmitir sentimientos, como si en ella se vertieran todos los regalos y estrellas de mis pensamientos, mi recompensa ver como los demás la disfrutan y saborean, y por que no contenta con la critica de mi hermano que mi comida menosprecia, pero que mas da, me hace feliz estar en ese lugar.

Ver pasar el cielo, se puede ver pasar, tal vez sea como el tiempo matar, porque se mata, se detiene y no importa cuanto pase, debajo de esos inmensos arboles que piden que los abraces, de esa naturaleza mágica, escuchando el aire tu rostro tocar y a los pequeños pajaritos cantar.

De pronto oscurece, se hace todo más claro y nítido, no es oscuro para mí, por que hay luz, esa luz de mis estrellas, de esa bóveda celeste que encandila, que hace líneas de luces que van en fila y así tu mente de huracanes de pensamientos en adoración se despabila.

Cosas que no puedes ver aquí en la ciudad, ese cielo lleno de luces, de mis estrellas y yo aquí en la tierra solo puedo ser observadora de ellas, pero no importa me llena y la hermosa luna de octubre, por que no hay luna mas bella que ese mes, me penetra de su luz, ocultando el sol y aún así parece que es de día.

No puedo dormir, prefiero despierta soñar y con imaginación dejarme ir, así veo a las hadas que llenan ese bosque de la nada, que se ríen de las nubes caídas y juegan con las estrellas, bailan a la luz de mi luna, se acercan todas y se forman como si solo fueran una, parece fiesta pagana, como si no fuera a existir un mañana, así me muestran un tesoro, escondido en los arboles, debajo de las piedras y las hojas caídas, me llaman para que juegue, para que viva la niña que hay en mi y que ante la música de las esferas celestes mi cuerpo se dejar ir.

Termina la noche, empieza el día, casi no dormí, poco me importaría, pero a mi mama no le contaría que esa noche con las hadas jugué, que un mundo mágico desperté, ese que creía perdido pero que lento recupere.

Partimos de nuevo, salimos del encanto etéreo del bosque, nos dirigimos a casa, a casa me pregunto, si parece que salgo de ella y me dirijo a la extraña, aquella a la que solo porque están mis amigos yo regreso, pero que no tiene mi silencio, ni la música del espacio en el que me sumerjo.


Pegada de nuevo a la ventana en ese pequeño cochecito rojo, viendo pasar mi vida color verde, con la esperanza de que regresaré, de que ese rincón de mi alma yo no olvidare.

Y veo el cambio, las nubes no me despiden, se han alejado y subido al cielo, solo la nube gris de humo es la que me recibe, de nuevo a empezar esta semana, que posiblemente de malos sentimientos y stress este contaminada, pero que me interesa si este fin de semana valió para reactivar a mi punto perdido, ese que me da la entereza, es ahí donde de la humanidad esta la verdadera pureza.



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efímera nostalgia, apabullante alegría, sollozos crepusculares y positivismo al anochecer... que rara es la naturaleza humana...